Suena a apuesta segura. Le das dinero a un deudor que pone una garantía que excede el tamaño del préstamo, y luego ganas un interés de alrededor del 20%.
¿Qué puede salir mal?
Esa es la propuesta presentada por “DeFi”, o finanzas descentralizadas, plataformas de criptografía ‘peer-to-peer’ que permite realizar transacciones financieras de crédito sin los guardianes tradicionales de los préstamos: los bancos.
Una fórmula que se ha disparado durante la crisis del coronavirus.
Los préstamos en estas plataformas se han multiplicado por más de siete desde marzo, hasta alcanzar los 3.700 millones de dólares, según la página web de DeFi Pulse, mientras los inversores buscan beneficios en un momento en que los bancos centrales de todo el mundo han recortado los tipos de interés para apuntalar las economías afectadas por la pandemia.
Los defensores de esta práctica aseguran que los portales DeFi, que funcionan con un código abierto que fija las tasas en tiempo real basándose en la oferta y la demanda, representan el futuro de los servicios financieros, proporcionando una forma más barata, eficiente y accesible para que personas y empresas accedan y ofrezcan crédito.
Pero con la promesa de grandes recompensas viene el riesgo.
Abogados y analistas afirman que esos portales son vulnerables a los errores de codificación y a los piratas informáticos, que la mayoría de ellos no han sido sometidos a prueba y que no están regulados, algo típico en gran parte del sector de la criptografía, que desconfía del establishment financiero.
Los críticos advierten que la tecnología podría ser la próxima burbuja en el mundo de la criptografía, similar a la de las Ofertas Iniciales de Monedas (ICO por sus siglas en inglés), con los inversores inexpertos en particular riesgo.
En 2017, miles de millones de dólares se destinaron a las ICO, con las que las empresas reunieron capital emitiendo nuevas monedas virtuales. La mayoría de los proyectos no lograron ganar tracción, y muchos inversores perdieron su dinero.
“Se trata de experimentos en finanzas”, dijo Preston Byrne, del bufete de abogados Anderson Kill, en Nueva York.
“No son necesariamente legales en muchos casos, pero eso no quiere decir que no puedan llegar a serlo”, añadió.
En cualquier caso, el DeFi está creciendo en popularidad.
Hace siete años, Brice Berdah soñaba con retirarse con 30 y tantos años. Calculó lo que necesitaría para ahorrar: “La cantidad exacta era de 1,7 millones de euros”.
La realidad, sin embargo, echó por tierra sus planes. Las bajos tipos de interés hicieron que sus ahorros se estancasen.
“A los 27 años, sólo había ahorrado alrededor del 0,5% de la cantidad requerida”, dijo Berdah, que trabaja en una empresa dedicada a las creación de carteras digitales para almacenar monedas digitales. “Fue un fracaso obvio”.
Para resucitar su sueño, Berdah, ahora de 28 años, ha recurrido al DeFi.
“Ahora estoy usando DeFi, he reajustado mis planes de retiro”, dijo Berdah, con sede en París, que ha apostado el 90% de su patrimonio neto al DeFi. “Los retornos son de alrededor del 20-25% en los últimos seis meses … Ahora sí estoy en el camino”.
Si bien las raíces del DeFi se encuentran en un sector criptográfico hostil a la corriente principal de financiación, algunos de sus objetivos -como la reducción de los costosos trámites y el papeleo en la financiación- han llamado la atención de las empresas que trata de socavar.
En el futuro, dicen sus defensores, se emitirán bonos o acciones y se comercializarán directamente en plataformas basadas en el blockchain, en lugar de hacerlo los bancos de inversión o las bolsas centralizadas.
La codificación, y no los humanos, supervisará los procesos, aseguran.
Por su parte, los principales bancos están estudiando cómo se puede utilizar esta tecnología para complementar el ‘establishment’ financiero.
Goldman Sachs, por ejemplo, ha contratado a un nuevo jefe de activos digitales para estudiar cómo pueden existir activos con la tecnología del blockchain, dijo un portavoz de la firma a principios de este mes.
“Hay un valor real en lo que se está construyendo con estas nuevas técnicas”, indicó Maya Zehavi, consultora de blockchain y miembro de la junta de un grupo industrial israelí dedicado a dicho sector.
“Podría terminar siendo un ecosistema de financiamientos instantáneos para cualquier proyecto. Esa es la promesa”.
La mayoría de las plataformas de DeFi se basan en el ‘ethereum blockchain’, la columna vertebral del ethereum, la segunda mayor criptomoneda después del bitcoin.
A diferencia del bitcoin, el ethereum blockchain puede ser utilizado para crear contratos digitales, mientras que los desarrolladores pueden construir más fácilmente nuevos softwares o aplicaciones.
Los préstamos se registran, se emiten y se administran basados en contratos de blockchain. Los deudores deben ofrecer una garantía, también en criptomoneda, que suele tener un valor superior a los préstamos que solicitan.
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¿Qué puede salir mal?
Esa es la propuesta presentada por “DeFi”, o finanzas descentralizadas, plataformas de criptografía ‘peer-to-peer’ que permite realizar transacciones financieras de crédito sin los guardianes tradicionales de los préstamos: los bancos.
Una fórmula que se ha disparado durante la crisis del coronavirus.
Los préstamos en estas plataformas se han multiplicado por más de siete desde marzo, hasta alcanzar los 3.700 millones de dólares, según la página web de DeFi Pulse, mientras los inversores buscan beneficios en un momento en que los bancos centrales de todo el mundo han recortado los tipos de interés para apuntalar las economías afectadas por la pandemia.
Los defensores de esta práctica aseguran que los portales DeFi, que funcionan con un código abierto que fija las tasas en tiempo real basándose en la oferta y la demanda, representan el futuro de los servicios financieros, proporcionando una forma más barata, eficiente y accesible para que personas y empresas accedan y ofrezcan crédito.
Pero con la promesa de grandes recompensas viene el riesgo.
Abogados y analistas afirman que esos portales son vulnerables a los errores de codificación y a los piratas informáticos, que la mayoría de ellos no han sido sometidos a prueba y que no están regulados, algo típico en gran parte del sector de la criptografía, que desconfía del establishment financiero.
Los críticos advierten que la tecnología podría ser la próxima burbuja en el mundo de la criptografía, similar a la de las Ofertas Iniciales de Monedas (ICO por sus siglas en inglés), con los inversores inexpertos en particular riesgo.
En 2017, miles de millones de dólares se destinaron a las ICO, con las que las empresas reunieron capital emitiendo nuevas monedas virtuales. La mayoría de los proyectos no lograron ganar tracción, y muchos inversores perdieron su dinero.
“Se trata de experimentos en finanzas”, dijo Preston Byrne, del bufete de abogados Anderson Kill, en Nueva York.
“No son necesariamente legales en muchos casos, pero eso no quiere decir que no puedan llegar a serlo”, añadió.
En cualquier caso, el DeFi está creciendo en popularidad.
Hace siete años, Brice Berdah soñaba con retirarse con 30 y tantos años. Calculó lo que necesitaría para ahorrar: “La cantidad exacta era de 1,7 millones de euros”.
La realidad, sin embargo, echó por tierra sus planes. Las bajos tipos de interés hicieron que sus ahorros se estancasen.
“A los 27 años, sólo había ahorrado alrededor del 0,5% de la cantidad requerida”, dijo Berdah, que trabaja en una empresa dedicada a las creación de carteras digitales para almacenar monedas digitales. “Fue un fracaso obvio”.
Para resucitar su sueño, Berdah, ahora de 28 años, ha recurrido al DeFi.
“Ahora estoy usando DeFi, he reajustado mis planes de retiro”, dijo Berdah, con sede en París, que ha apostado el 90% de su patrimonio neto al DeFi. “Los retornos son de alrededor del 20-25% en los últimos seis meses … Ahora sí estoy en el camino”.
Si bien las raíces del DeFi se encuentran en un sector criptográfico hostil a la corriente principal de financiación, algunos de sus objetivos -como la reducción de los costosos trámites y el papeleo en la financiación- han llamado la atención de las empresas que trata de socavar.
En el futuro, dicen sus defensores, se emitirán bonos o acciones y se comercializarán directamente en plataformas basadas en el blockchain, en lugar de hacerlo los bancos de inversión o las bolsas centralizadas.
La codificación, y no los humanos, supervisará los procesos, aseguran.
Por su parte, los principales bancos están estudiando cómo se puede utilizar esta tecnología para complementar el ‘establishment’ financiero.
Goldman Sachs, por ejemplo, ha contratado a un nuevo jefe de activos digitales para estudiar cómo pueden existir activos con la tecnología del blockchain, dijo un portavoz de la firma a principios de este mes.
“Hay un valor real en lo que se está construyendo con estas nuevas técnicas”, indicó Maya Zehavi, consultora de blockchain y miembro de la junta de un grupo industrial israelí dedicado a dicho sector.
“Podría terminar siendo un ecosistema de financiamientos instantáneos para cualquier proyecto. Esa es la promesa”.
La mayoría de las plataformas de DeFi se basan en el ‘ethereum blockchain’, la columna vertebral del ethereum, la segunda mayor criptomoneda después del bitcoin.
A diferencia del bitcoin, el ethereum blockchain puede ser utilizado para crear contratos digitales, mientras que los desarrolladores pueden construir más fácilmente nuevos softwares o aplicaciones.
Los préstamos se registran, se emiten y se administran basados en contratos de blockchain. Los deudores deben ofrecer una garantía, también en criptomoneda, que suele tener un valor superior a los préstamos que solicitan.